Ejemplo: Género Epistolar

Su máximo representante: Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu.

 Biografía: Charles Louis de Secondant, señor de la Brède y
barón de Montesquieu (Château de la Brède, cerca de Burdeos, Francia, 18 de enero de 1689- París, 10 de febrero de 1755)
Fue un cronista y pensador político francés que vivió durante la Ilustración. Es uno de los filósofos y ensayistas ilustrados más relevantes en especial por su teoría de la separación de poderes expuesta en su obra maestra, El espíritu de las leyes, que ha sido introducida en muchas constituciones políticas del mundo y que lo acerca al pensamiento de Locke. Como autor de las Cartas persas, se sitúa próximo al socialismo
utópico de Saint-Simon.
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Anticlericalismo, críticas a la monarquía francesa


En este fragmento, Montesquieu se atreve con el Rey y con el Papa, lo que explica que la obra fuera tan admirada como perseguida. Llama “magos” a los jerarcas y a los sacerdotes los denomina “derviches”. 

“El rey de Francia es el príncipe más poderoso de Europa. No posee minas de oro, como el rey de España, su vecino, pero posee más riquezas que él porque las extrae de la vanidad de sus súbditos, más inagotable que las minas. Se le ha visto emprender o apoyar grandes guerras sin más capital que la venta de títulos de honor, y, por un prodigio del orgullo humano, sus tropas fueron pagadas, sus plazas fortificadas y su flota equipada.
Además, este rey es un gran mago, pues ejerce su mando hasta en la inteligencia de sus súbditos, 
consiguiendo que piensen como él desea. Si no tiene más que un millón de escudos en su tesoro y necesita dos, logra persuadirles de que un escudo vale dos, y le creen. Si ha de mantener una guerra difícil y está sin dinero, basta con que les meta en la cabeza que un trozo de papel es dinero e inmediatamente se convencen de ello. Hasta tal punto es grande la fuerza y el poder que tiene sobre sus súbditos que incluso llega a hacerles creer que es capaz de curarles de toda clase de enfermedades tan sólo con tocarlos.
Lo que te cuento de este príncipe no debe asombrarte, pues hay otro mago, más poderoso que él. 
Es tan dueño del intelecto del príncipe como éste del de los demás. Este mago se llama el Papa. Tan pronto le hace creer que tres no son más que uno, como que el pan que come no es pan, ni el vino que bebe vino y mil otras cosas de esta clase. Y para tenerle en vilo y que no pierda la costumbre de creer, le da, de vez en cuando, ciertos artículos de fe para que se ejercite. Hace dos años le envió un voluminoso escrito que llamó Constitución, y quiso obligar al príncipe y a sus vasallos, bajo amenaza de fuertes sanciones, a que creyeran todo lo que contenía. Consiguió convencer al príncipe, quien, sin más demora, se sometió dando ejemplo a sus súbditos. Pero muchos de éstos se rebelaron y dijeron que no querían creer nada de lo que ese escrito contenía. Han sido las mujeres las causantes de esta rebelión que divide a la corte, al reino entero y a todas las familias. Esta constitución les prohíbe leer un libro que todos los cristianos dicen que ha sido traído del cielo y que es propiamente su Corán. Las mujeres, indignadas por el ultraje que se comete con su sexo, se han sublevado contra la Constitución y los hombres, no queriendo tener en este caso privilegio alguno, se han puesto de su parte. Mas hay que admitir que este mufti no razona mal y, por el gran Alí, sin duda ha tenido que ser instruido en los principios de nuestra sacrosanta ley. Pues, dado que las mujeres son por naturaleza inferiores a nosotros, y que nuestros profetas nos dicen que nunca entrarán en el paraíso, ¿por qué tienen que leer un libro escrito únicamente para enseñar el camino del paraíso? (Carta XXIV -Rica a Iben, en smirna, pp. 98-100)

Fuente: 
www.loadstar.com.ar/es/docs-publicaciones/.../montesquieu_balfhor.pdf



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  • - Tomas de Iriarte